lunes, 19 de octubre de 2009

El Botellón

BOTELLINES Y BOTELLONES

Informaba el otro día este periódico que, en todas las provincias de Castilla y León, padecemos más bien leves botellines, a diferencia del Botellón propiamente dicho de otras tierras cercanas. Y no digamos de Sevilla: cómo será allí la cosa que llaman al fenómeno la Botellona.

Una explicación puede ser el frío, ya que por estos lares rasca a veces de lo lindo, y por muchas ganas que tenga la juventud, divino tesoro, de jácara y jarana, corre el riesgo de quedarse aterida. Pero, incluso en la meseta, no creo que pueda más el biruji que el ardor propio de la edad, el cual permite a los zanguangos sobreponerse con facilidad a los inconvenientes de la meteorología. Así es que habrá que buscar otra explicación.

Pasemos, para ello, de las ciencias naturales a las sociales: resulta que según el último sondeo del Injuve (Instituto de la Juventud), existen notables diferencias entre unos jóvenes y otros a la hora de ser más o menos permisivos con eventos tales como las borracheras en la calle o los destrozos del mobiliario urbano.

Dado que dicho organismo pertenece al Ministerio de Igualdad, que capitanea con garbo sin par Bibiana Aído, me atrevo a reproducir aquí los resultados, ya que traen denominación de origen "progre" certificada. Pues bien el perfil sociológico de los jóvenes más permisivos con los desmadres botelloneros es, como diría la jefa de todo esto, de "género" masculino; además de izquierdas, de posición económica acomodada y no creyentes. Este es, ni más ni menos, el grueso de la fuerza de choque de la pijoborroka, tal y como la llaman ahora.

Por el contrario las mujeres, los de derechas, los obreros y los creyentes son los menos complacientes con estas gamberradas alcohólicas y tienden a rechazarlas de plano o, al menos, a no justificarlas. Entonces, a lo que íbamos: a ver si va a resultar que tener una región como la nuestra que, además de siberiana, es feudo del PP, constituye un factor protector frente a esos indeseables tumultos beodos. Es sólo una hipótesis, pero los datos tan amablemente facilitados, gracias a nuestros impuestos, por la dispendiosa ministra apuntan a ello.


(El Mundo. Diario de Valladolid. 21-9-09)

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