miércoles, 23 de diciembre de 2009

Cambio climático

La Inquisición ataca de nuevo

El clima cambia. Lo ha hecho siempre, con edades de hielo y de calor. No obstante, hay interrogantes abiertos y sometidos a debate como la magnitud actual de ese cambio, las medidas a tomar y, sobre todo, si un factor nuevo, la actividad humana (y animal, que los pedos de vaca y los eructos de oveja dicen que son temibles) influye tanto como algunos pretenden. Un asunto serio que, sin embargo, se ha ido transformando en un culto posmoderno sustitutivo de la religión.

¿Seriedad? A veces poca, pensé leyendo el estupendo blog de Santiago González, en el que me entero de que el Ayuntamiento de Copenhague, durante la cumbre sobre el calentamiento global, ha quitado los árboles de Navidad, para no molestar a los visitantes musulmanes, promoviendo de paso el siguiente eslogan: "Sea sostenible: ¡no compre sexo!" ¿Confunden un calentamiento con otro? Puede; pero el hecho es que los puritanos socialdemócratas han aprovechado el viaje (hasta allí, de tanto climatólogo) para impulsar su campaña contra el clímax, con el resultado de que han mosqueado a las prostitutas que, en represalia, han ofrecido sus servicios gratuitamente a congresistas debidamente acreditados (ante todo son nórdicas y muy organizadas).

Tres cuestiones planteaba mi admirado comentarista: si este eslogan admitirá la sustitución de 'sexo' por 'género'; si habrán considerado que el que la cosa sea sostenible es un requisito indispensable para practicar el ‘género’ puro y duro, ya sea gratis o pagando y, finalmente, que el ‘género’ no se puede comprar, en todo caso alquilar, salvo en el matrimonio (aunque en este último supuesto se parece más al 'leasing').

Como toda ideología dominante, esta se ha convertido en intocable (si les llevas la contraria pasas a ser el “primo de Rajoy”) a la par que puede ser fructífero negocio, como ese que, según nos acabamos de enterar, se han montado algunos de los principales científicos que postulan como una certeza indiscutible el cambio climático de origen antropogénico; sin importarles que, por ejemplo, en Marte se haya detectado una evolución equivalente de las temperaturas, probablemente de origen solar; un factor climático que ellos niegan, con el mismo ahínco con el que la Inquisición denostó el descubrimiento de las mancha solares por parte de Galileo.

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