martes, 3 de noviembre de 2009

Fantasmagorías

e-fantasmadas en la red


Días de difuntos. Severo asunto, contrapesado sabiamente en Castilla y León, según tradición pastelera, con huesos de santo y buñuelos de viento; dulce gozar que convive, en lograda alianza de civilizaciones, con los caramelos y la algarabía de una recién llegada noche de Halloween, transmutada en divertida fiesta gore. Viaje de ida y vuelta, pues en principio fue llevada hasta América por emigrantes gallegos; demostrando así que la cultura es siempre contaminación, mezcla y mestizaje.
En cambio, en el conflicto entre modernidad y tradición, en ocasiones avances técnicos y ritos funerarios compaginan mal. Todavía recuerdo una viñeta, en la que una quejosa viuda, al tiempo que daban tierra a su esposo, exclamaba: "¡él y su maldito reloj digital!", mientras se oía desde la tumba el pitido, "pí, pí, pí", de tan preciso aparato; algo que hoy podría pasar con el móvil. Las máquinas nos sobreviven, imperturbables en sus funciones mecánicas que, incluso, les permiten atrapar automáticamente nuestro halo, como ya preveían algunos pueblos primitivos, que por eso no se dejaban fotografiar ni filmar, ante el peligro de ser embalsamados en una imagen, en una apariencia que perviviría visualmente, cuando el cuerpo que la habitaba ya estuviera en otra parte, tal que fantasma condenado a aparecerse, eternamente, ante la mirada de cualquiera.
Precaución confirmada, ahora que Facebook se plantea qué hacer con los perfiles de los usuarios fallecidos, que persisten ahí, como un avatar fantasmagórico, obligado a vagar por el ciberespacio, cuando ya no está la persona de carne y hueso que le dio vida. Para evitar que quede insepulto, esta red social permitirá a familiares y amigos convertir el perfil del muerto en una especie de esquela online, a la que será factible enviar el pésame. Eso sí, los gestores de la red procurarán que los usuarios no reciban "actualizaciones" del fallecido, evitando algún que otro susto.
Si Facebook no quiere ánimas en pena, Twitter en cambio celebra su primera sesión de espiritismo, dando la oportunidad de preguntar a los espíritus de Michael Jackson y de otros desaparecidos del famoseo, con la esperanza de que, ya como espectros con muchos gigas, puedan lucir desde el más allá mayor elocuencia de la que tuvieron, los pobres, en vida.

(El Mundo. Diario de Valladolid, 2 de noviembre de 2009)

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